Juventud perdida

Las observo detenidamente, con sus uñas “perfectas”, su rostro repleto de una infinita mezcla de químicos que a modo de cremas y polvos se colocan sobre los contornos, haciendo que algunos se tornen invisibles.
Me detengo en su atuendo, para mí inapropiado para su edad, aunque no hay leyes que determinen qué debe utilizar cada quien en los distintos momentos de su vida.
Emana falsedad, se respira al estar a su lado ese esfuerzo eterno por mantener la juventud perdida, por aferrarse a ella y envejecer sin gracia, por que no hay nada menos atractivo que quien quiere jugar a congelar el tiempo, en vez de aceptar su paso y evolucionar.
Me desagradan sus vanos intentos de ser lo que no se es, y me apena el percibir lo hermosa que pudiera llegar a ser de no tener toda esa parafernalia que como dice un ser querido “la hace ver como un payaso”.

1 comentario en “Juventud perdida”

  1. Sería bueno investigar el porque de una actitud asi. Quizá no tenga nada que ver con la publicidad, o sociedad visual en la que vivimos, quizá ni siquiera en la sensación recordada de aquellos bellos momentos. La individualidad es un beneficio.

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