“Si como caminas cocinas, guardame un chin de concón” así dice un “piropo” popular dominicano, que en casos como este llega a mi mente.
Me parto de la risa con la forma en que me miran algunos sujetos cuando camino con algo de ‘swing’ o al menos un poco de ritmo.
Últimamente estoy buscando cuidar mi postura -que sinceramente era un asco- y claro al tener el pecho erguido, la tripa dentro y la espalda recta uno quiera o no acaba creando una especie de vaivén de cadera.
Y me río porque como expresé en el post “Del escote a la cabeza“, las miradas siempre solían ir de mi escote a mis cascos. Ahora sin embargo se complica la fórmula ya que miran a la cadera, suben a los cascos, bajan al escote y terminan en mis ojos que -entre media sonrisa y a veces miradas pícaras- acaban avergozándoles y haciendo que cambien la línea visual a cualquier otra dirección y a la mayor brevedad posible.
No quiero saber que pasará si me da con usar las nano faldas o pantalones ajustados, la imagen mental que crea mi cabeza me recuerda lo que decía mi queridísima profesora de biología -Doña Fior Mueses- a algunos compis del cole: “querido, cuidado que estas a milímetros de que se salgan de órbita los ojos.
La verdad que hay ciertos personajes que son toda una gozada y que con una simple miradilla le ponen a una el ego por las nubes. Lo bueno es que luego la gravedad hace de las suyas y todo vuelve a su lugar original.