Me negaba a tener un Twitter, me daba miedo mi impulsividad, alto nivel de confianza en la gente y sentimiento de libertad de expresión. Me aterraba y como todo aquello que pienso puede resultar adictivo lo dejaba fuera de mi vida.
Un día una amiga y antigua compañera de trabajo me envió un mensaje que en esencia decía «Siento que me lo agradecerás eventualmente. Este es tu usuario, esta es tu clave, avísame cuando quieras que ponga tu mail y no el mio. Mientras he puesto la dirección de tu blog como primer tweet» y lo hizo en medio de una reunión, para que mi ira no pudiera expresarse en su contra, al menos no de forma inmediata.
Obviamente la falta de respeto a mi decisión me molestó, pero bajo el criterio de que «lo hecho, hecho está» me tragué los mocos y procedí a configurar para que mis posts se hicieran eco en esta nueva plataforma a la que había sido lazada cual chavalito en piscina de tarde veraniega. Pero sí tenía razón, eventualmente se lo agradecería.
Me tomó un tiempito entender la dinámica, que sinceramente no creo haber entendido al 100% porque -como todo elemento relacionado con la teconología- cada vez que crees pillarle el truco le cambian algo. Pero confieso que lo que entiendo me gusta.
Hoy el diario El País ha publicado como reportaje principal de su semanal un artículo sobre la «Twiterrevolución» y tras leerlo sentí que decía que Twitter sólo va de revoluciones o famosos, y asumo que vale aplicar aquella sabiduría popular de que «el ladrón juzga según su condición» pues si bien puede ser eso para quien lo ha redactado, no lo es para mi.
Yo lo veo como un espacio en el que puedo desahogarme, crear conversación, lanzar al aire y ponderar ideas, agrupar a personas o marcas cuyos pensamientos, temáticas o formas de escribir me atraen, hacer listas según mis intereses con fuentes de información que considero relevantes y hasta conocer gente que bajo otros contextos hubiera sido imposible.
Hay una etiqueta llamada #ElPatioNoEsEso, la he conocido hoy y va precisamente de como esta red de microblogging no es muchas cosas, al menos para ciertas personas. Y ha sido precisamente este hashtag el inspirador de este post. Pues ese artículo dejó un amargo sabor en la boca y casi ganas de cuestionarme el porque tengo mi cuenta, así que preferí mostrarles mi historia, mi versión de lo que para mi es este patio global.
Claro que no es eso para la mayoría de los tuiteros. No sé si conoces El bazar de los locos (http://www.elbazardeloslocos.org/. En él hay muchas definiciones de lo que es Twitter, creo que bastante más certeras.