Saludos saludables, por acá de nuevo para continuar poniéndote al día y contándote el resumen de lo que pasó en estas últimas semanas. En mi post anterior te dije sobre nuestra llegada al sur de Etiopía, así como que un alemán y dos dominicanas (hasta donde tenemos confirmado las únicas dos en el país, porque NADIE acabó dándome el contacto de ningún otro dominicano acá) agarraron la pista. Y claro, sobre nuestro encuentro cercano del tercer tipo con los cocodrilos e hipopótamos. Si te lo perdiste, échale un ojo en: Etiopía · Sur · Lake Chamo para que esto te haga sentido.
Ahora toca la segunda parte de este día (31/Marzo), ¡porque caramba, estos días rindieron más que el arroz blanco o una funda de coditos! Cuando salimos del restaurante nos dirigimos a la zona de la Tribu Dorze quienes (no muy lejos de la ciudad de ‘Arba Minch’) tienen su comunidad y unas interesantes casas (que según ellos imitan la forma de los elefantes) hechas de materiales 100% naturales y, sorprendentemente, algunas tienes más de un centenar de años en pie. ¿Lo más curioso? Si la temporada de lluvia afecta irreparablemente la base del hogar, ellos literalmente mueven la casa y si aún así no se soluciona el asunto: pues le cortan un pedazo a su base o.0 ¡Al parecer esta gente se toma muy en serio aquello de soltar en banda!
La Tribu Dorze nos impresionó pues ha asumido una especie de ‘casa modelo’ y casi que un museo vivo, pues cuando llegamos nos dieron la bienvenida, nos explicaron sobre las características de las casas: su longevidad (pues algunas son centenarias), la técnica de construcción que usan: manual y valiéndose de elementos del entorno, el factor social de la reparación pues son los jóvenes y hombres de la familia los que cargan, mueven y restauran las viviendas.
Pasada la explicación del aspecto exterior de las casas, nos permitieron ingresar al interior de una. La micro entrada sirve de espacio social semi exterior y de cama para visitantes, ahí Pau y yo nos hicimos una foto y bueno, juzga con tus propios ojos las proporciones.
Luego pasamos a un oscuro espacio común, con algunas sillas y un montón de cosas que colgaban de las paredes: instrumentos, prendas de vestir y utensilios del hogar mayoritariamente vasijas tipo higueros.
Un intenso olor a ganado aumentaba conforme nos acercabamos a la pared posterior que conecta con el espacio donde se encuentran los animales. Sí, leíste bien, dentro de la casa hay animales. ¿La razón de ubicarlos TAN cerca de la familia? ¡Mantener el calor! De hecho el espacio de los animales cuentan con una especie de hueco/ventana para poder tirar los deshechos.
Allí tomamos asiento, atendimos a la explicación de nuestro guía local de cada detalle y parte del hogar, el proceso de convivencia, el matrimonio y demás momentos de la vida familiar. Nos mostró uno de los instrumentos que más usan, el cual me evocó mi época de practicar capoeira (hacia 2007/-8) pues la forma de sostenerlo es similar a la de el toque del berimbau y nos intentó enseñar, brevemente, cómo funciona el asunto.
Nosotros lo intentamos, ahora… No diría yo que fue la gran cosa lo que logramos que él nos respondiera ¡no!… Luego de haber conocido la casa por dentro eso pasamos a un pequeño espacio exterior donde exponen algunos de los principales componentes de su rutina y estilo de vida:
La forma en que trabajan el algodón para producir los manojos, el cómo realizan el producto que consumen día a día, que es una especie de pan de ‘fake banana’ (entre otras cosas) que conlleva un período de fermentación de varias semanas, sino meses. Yo hice el intento de ver klk con la forma en que extraen la materia prima y te puedo decir que no es un cachú y que se saca molleros porque nada más lo hice dos minutos para ver cómo se sentía y acabé con dolor de brazos.
Pasamos a un tipo como de community lodge que, si mal no entendí, fue creado algunos miembros ricos de la comunidad y con ayuda internacional, donde los turistas pueden alquilar las pequeñas ‘chozas’ y vivir como la gente de la tribu. Nos sentamos en uno de los espacios comunes y, luego de haber visto el cómo preparan esa especie de pan, base de su gastronomía pudimos degustarla (honestamente me evocó sabores a paja y el olor a saco / yute). Nos pusieron como ‘dip’ miel pura, que sabía extremadamente extraña y berbere (barbarí, la especia etíope de la que te hablé hace un par de posts).
Luego nos pusieron sobre la mesa un shot de su bebida tradicional que, sin ánimos de ofender a nadie, creo que es una de las cosas más horribles que he probado en toda mi vida. Para que entiendas: esto es alcohol puro con ajo, romero, especias y otras cosas más que ni sé, ¡ni me interesa!… ¡PURO HORROR! Confieso que yo no pude tomar más que un sorbito, Paula y Roland le dieron con tó, mis respetos a ambos por su valentía y fortaleza estomacal y sus deseos de espantar a los vampiros con su aliento ajístico. Si quieres reír dale zoom a los rostros de Roland y mío, que ahora que los veo ¡son un poema! 😛
Una vez sonados por el fuetazo que deja el sabor de esa bebida, pasamos a una zona con microtiendas (si soy optimista) o paredes que exhiben bufandas y productos locales con precios que varían desde lo regalado hasta lo ridículo y, luego de mucha observación y alguna que otra comprita nos fuimos. En la salida de la zona volvimos a pasar por chiringuitos y nos compramos unas bufandas con vibrantes colores, si me hubiera dejado llevar por las ganas nos paramos cada tres segundos… Y nos gastamos el presupuesto del viaje, por suerte mi autocontrol supera mis ganas de tener cosas chulas de los lugares que visito.
El autobus nos llevó de retorno al hotel, dejamos todos los ‘motetes’ en la habitación y nos fuimos a la zona del restaurante pues teníamos un increíble deseo colectivo de una tomarnos una cerveza fría, pero no vestida de novia pues los tres estamos claros de que eso sólo se consigue en RD y que acá no sería más que bueno… ¡una paja mental!
Y ya para terminar un extraordinario día, resulta que la luna estaba con la coquetería revolteada, así como decía aquella la canción, regalándonos no sólo su versión llena a más no poder, sino que por ser la segunda del mes, esta era también una ‘blue moon’. Ante tremendo espectáculo no quedó más que, a fuerza de pura experimentación y contorsionismo (pues no teníamos el trípode a mano y ese lente pesa más que una cadena perpetua) pude sacar esta imagen.
Ya de nuevo paro de escribir que en el post anterior no me dijeron casi nada y ahorita ya no me está leyendo nadie porque me pasé de aburrida… ¡A saber!
Si sigues acá, pues un abrazote desde África 🙂
M.