Imagina que estás placidamente dormida/a en tu cama, es la mañana de un sábado y la deliciosa temperatura del invierno en el Caribe te invita a quedarte entre las sábanas.
De repente sientes un estruendo, y escuchas unas risas. Abres los ojos con una mezcla entre susto y desconcierto y ves la cara de una de tus más antiguas amistades toda sonriente.
Siempre nos dijeron que hay que dormir «decente» porque no se sabe si habrá una emergencia que te haga salir de la cama corriendo, lo que no me dijeron es que puede de repente aparecer una amiga de la infancia y de un salto invadir tu cama, sin más ni menos, sin tiempo de ponerte ropa, de cepillarte los dientes y quitarte lagañas en caso de haberlas.
Confieso que fue una grata sorpresa, un poco radical, pero grata. Sin dudas ver a una amiga de toda la vida, volver a sentirnos cuales niñas despertandonos y luego desayunando con interesantes conversaciones de sobremesa son esas pequeñas cosas que te hacen pensar y sentir que al menos parte de la gente que está en tu vida, está bien posicionada.
Tienes ahí la receta para alegrarle el sábado a alguien, eso si, ten cuidado con cardíacos que el susto no es pequeño 🙂
Mija!!! así vale la pena que te despierten jejeje. Tienes la dicha de tener a gente que amas y te aman.
Un abrazo mi bonita.