Los colores son un universo aparte y en cada cabeza pueden percibirse de forma distinta tanto sus componentes, como las emociones con las que son vinculados. Confieso que yo he tenido (por ejemplo) discusiones de si algo es verde-amarillento o amarillo-verdoso y de si algo es azul aqua o verde aqua.
Pero más allá de cómo le llamamos, lo importante es lo que nos hacen sentir. Podríamos encontrarnos el caso de dos personas del mismo pueblo, con la misma educación, el mismo marco de referencia y las mismas amistades, y con una diferencia en la percepción del azul, mientras para uno es paz, para el otro es tristeza. Imaginemonos ahora que estos dos seres los tomamos pero de culturas distintas, ¿cómo más no cambiarán los significados de los colores? En este caso dependerá de TODO, desde como percibes algo tan importante como la muerte, hasta si vives en un lugar frío o caluroso, en la selva o en el desierto.
En fin, que los pobres colorines están súper menospreciados y vienen cargados de mucho más que lo que vemos. Y aunque solemos usarlos indistintamente para una cosa o para otra, deberíamos tomarnos la molestia de ver qué nos transmite o cómo puede ayudar a enriquecer aquel lugar donde pensamos colocarlos.
Para demostrar la riqueza tras este mundillo que tanto disfruto, les dejo este gráfico preparado por un equipo de Pantone en donde asocian cada color con sentimientos y comparan las variaciones entre distintas culturas.